Emite gritos rítmicos cuando salta de un lado al otro, una danza de la destrucción que le lleva al éxtasis. Al pegar tiros o dar golpes en torno suyo, el cuerpo amplía su radio de acción, libera fuerzas sobrehumanas, desata de pronto unas energías que el asesino ni siquiera sospechaba que poseía.
Sofsky
[...] y por lo tanto, los territorios más desagradables serán mi casa; no habrá ser vivo que quiera compartir esos terrenos, al menos no aquél que respete su integridad, y en consecuencia, sea cobarde con las experiencias nuevas.
Miranda
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