lunes, 29 de junio de 2015

Vestidos fuera, que vengo como Minotauro...



Nunca conocí un ángel mientras estaba estacionado en la Tierra. Era un lugar misterioso hasta cierto punto. Uno podía salir a caminar durante el almuerzo, tener apoyado en el estómago todo lo que iba a consumir y aun así, no quedar satisfecho. Engordaba placenteramente, sin arrepentimiento, pero algo no andaba bien.
La señora Toradel, me preguntó si mi tránsito intestinal iba bien después de tantas hamburguesas callejeras y hot dogs con sabor a plástico. Sólo pude contestar con una salpicadera de salsa en su rostro. Mi respuesta no fue definitiva; era una advertencia a tal acoso.
Mira señorita, soy sólo un animal, me acorrala en una esquina de tan vasto cielo raso y no puede esperar un gesto amable de mi parte; sin embargo, le ofrezco la oportunidad de emitir una disculpa, para poder de igual forma, disculparme con usted por tan deplorable comportamiento.
La señora no respondió, parecía con la boca ocupada. Saltó sobre sus tacones de veinte centímetros, despegó, se alejaba a gran velocidad por el horizonte bermellón y nunca más la volví a ver, ni ayer, ni hoy y no creo que suceda mañana.

Primera anotación en años. MIRANDA3X86, bitácora de Caminante Contaminante. 2015.

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