Electric Sheep
se manifiesta.
El sueño del
cyborg ahora es una realidad. Despierto y las imágenes emergen de la mente de
cada organismo, que en conjunto con el T1110 se trasladan a un soporte producido
por la industria.
Viajan por el
tiempo figuras emblemáticas que la memoria ha perdido.
Me adentro en
una cápsula del tiempo, navegando por universos paralelos en busca de zonas
vacías.
Los personajes
se confrontan en su inmovilidad y terminan absorbidos por el deseo de su
recolector, ser como ellos, aprender de ellos y finalmente, convertirse en otro
al lado de ellos, para volver en el tiempo convertido en imagen; en héroe.
El T1110 ha
cobrado conciencia de sí mismo, pero aún depende de un operador. Debo
mantenerlo bajo control y retrasar en la medida de lo posible el día del juicio
final.
Como líder de la
resistencia he reprogramado al T1110, para ayudarnos en la lucha contra la
industria, nos ha dado una lección importante, podemos apropiarnos de técnicas
del enemigo y usarlas en nuestro beneficio. Los humanos tenemos otra
oportunidad. Podemos reproducirnos digitalmente.
Aprenderemos de
los antiguos líderes, las cualidades que los ayudaron a desestabilizar los
sistemas que buscaban el control absoluto.
Si bien, él es
un modelo antiguo enfrentado contra máquinas más sofisticadas, eso a él no le
interesa, aprende de nosotros y hará lo imposible para completar su misión, aún
a costa de su exterminio.
Podrán destruir
nuestros cuerpos, pulverizar nuestros huesos, drenar nuestra sangre, pero ahora
somos imágenes flotando en la red, somos inmortales. Quedan dos posibilidades:
el núcleo central del sistema, será vencido algún día o nos utilizará como
obreros para su supervivencia.
Armando
Miranda, mayo de 2015.
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